lunes, 11 de abril de 2011

Aprende virtualmente...

¡Hola chic@s! Después de los cuentos que habéis leído y de la información que ya conocéis sobre estos dinosaurios, estamos seguras que podéis hacer las actividades que os presentamos mediante los siguientes enlaces.

En el siguiente enlace, además de aprender os vais a divertir mucho. Pincha en él, ¡Juega a ser paleontólogo!
¿Recordáis lo que es un paleontólogo? Si no lo recordáis, buscad información sobre ellos y ya nos contaréis en clase.


Con este enlace vais a reforzar aún más los conocimientos que tenéis de nuestros amigos los dinosaurios.Pincha en él, Para emparejar.

¡Adelante!


Después de haber visto los dinosaurios en las películas anteriores, ahora nos toca leer algunos breves cuentos, y así poder verlos en vuestra imaginación. 
¡Esperamos que os guste!


TRES CUENTOS DE DINOSAURIOS

Cuando despertó, el dinosaurio
todavía estaba allí.
A. Monterroso.

I

Estaba cansado y, aunque era ya septiembre, el sol de mediodía calentaba como en los mejores días del verano.
Se sentó sobre un pequeño promontorio de piedra y, mientras contemplaba el desolado paisaje recordó, una vez más, la vieja y triste historia que lo había llevado hasta allí.
Nunca supo el porqué de su desaforado interés por los dinosaurios, pero cierto fue que ello marcó su vida para siempre. No se trataba de esa dulce fascinación, compartida con millones de niños, que juegan con sus feroces animales de goma o disfrutan aterrorizados ante la inmensa presencia de esos enormes esqueletos del museo, mientras aprietan, hasta dejar sus deditos blancos, la confortable mano de su padre que les ofrece calor y seguridad.
No, no se trataba de eso.
Lo suyo no se trasmitía a nivel del sentimiento, sino de la inteligencia.
Él era consciente de la perfección de aquellos cuerpos inmensos, de su maravillosa diferencialidad, de las intrincadas razones de la madre naturaleza para conseguir crear, tras siglos y siglos de generaciones, aquel ajustado mecanismo de huesos y músculos sin parangón alguno en la historia de la creación.
Cómo habían podido obtenerse aquellos magníficos ejemplares, partiendo sólo de una cosa diminuta salida de la mar.
Desde niño, había tenido clara su vocación. Cuando fuera mayor se haría paleontólogo. Se dedicaría en cuerpo y alma al estudio de los dinosaurios, de los dinos, como él los llamaba con familiaridad, como si ya fueran un miembro más de su abundante parentela.
Y empeñaría su vida en la búsqueda de alguno de esos restos majestuosos que el tiempo y la destrucción habían sembrado por algunos lugares de la tierra. Como restos de un naufragio de dimensiones cósmicas.
Pero nada de ello fue posible.
La prematura muerte de su padre. La necesidad de sacar adelante a una numerosa familia, cambiaron su destino obligándole a empeñar su tiempo y sus esfuerzos en trabajos de todo tipo que sirvieran para alimentar y dirigir a aquella maltrecha tropa que, en una batalla desigual, habían intentado construir un destino propio sin contar con el otro Destino, el que viene escrito con letras mayúsculas.
Una infinita variedad de insignificantes ocupaciones, mientras el tiempo vencía por goleada a sus frustrados deseos de adolescente.
El tiempo.
Como testigo mudo de su fracaso.
Y allí estaba.
En un páramo de Castellón, camino de ninguna parte, capitaneando un autocar de alegres jubilados que quemaban sus últimos años aparentando un estado de ánimo que era imposible que sintiesen.
Y deteniéndose cada poco para que sus pequeñas vejigas y sus grandes prostatitis cumplieran su desagradable misión.
Se pasó una mano por la frente y la sacó empapada de sudor.
Por fin parecía que estaban todos.
Delante del autocar, algunos aprovechaban para sacar las últimas fotos con tecnología digital.
Se levantó de su improvisado asiento y se dirigió cansinamente hasta el lugar del conductor.
Con gesto mecánico, puso en marcha el vehículo que se bamboleó al pasar sobre algunas piedras.
Poco a poco, se alejó de aquel polvoriento lugar por el que, seguramente, nunca volvería a pasar.
Si hubiese echado una última mirada hacia atrás, todavía podía haber visto el enorme hueso de Stegosaurus semienterrado, sobre el que había estado sentado sumido en sus cavilaciones.

II

No recordaba como había comenzado aquel enamoramiento. Aquella, podría llamarla, locura. Esa profunda emoción de saber que, al fin, había hallado al ser complementario, a esa figurada media naranja con la que uno está dispuesto a pasar el resto de su vida.
Un día descubrí que me embargaba esa oscura sensación que no sabe muy bien de donde viene, pero que cuando penetra es capaz de romper todas las barreras.
Y ciertamente eran muchas las barreras. Y de todo tipo.
Yo era consciente de la dificultad de aquella relación, hasta entonces oculta, pero que cuando se hiciera pública provocaría, seguro, un escándalo, no sólo entre mis compañeros de claustro, sino también entre los propios alumnos.
Y lo entendía. Lo entendía perfectamente. La diferencia de edad, los distintos caracteres, yo sensible y cultivado, ella primitiva y expontanea... Pero eso es lo que tiene el amor, que cuando llega rompe todas las barreras (creo que eso ya lo dije antes), derriba todos los diques, salta por encima de todas las convenciones.
Ellos no podían comprenderlo, y yo lo aceptaba.
Pero eso no fue óbice para que me sentara tan mal la frase despectiva del portero de aquel hotel que me dijo con los ojillos apretados y la voz envenenada:
-Usted nunca entrará aquí acompañado de esa hembra de Velocirraptor.

III

Siempre supe que yo era un eslabón más de la cadena. Quizás el último de todos, el más insignificante. Pero tampoco estuvo bien esa marginación, ese pase olímpico hacia mi persona. Ese ninguneo que no parecía haber sido involuntario. Yo no era nadie, de acuerdo, pero hasta el último eslabón, el más pequeño, hace que no se rompa la cadena.
Durante muchos meses limpié sus huellas en aquel sótano insalubre, a donde no llegaba el rumor de la calle, ni siquiera un rayo de sol extraviado que se hubiera podido escapar del cristal de una ventana.
Una bombilla escasa de luz y el percutor con el que trabajaba, eran los únicos instrumentos que me acompañaron durante aquel tiempo en que, con amor de madre primeriza, contorneaba las enormes pisadas del Rex procurando despojarlas de toda “ganga”, pero cuidando, a la vez, de no herir su quebradiza figura.
Después, cuando ya mis ojos se empezaban a resentir de tanta oscuridad y mis gafas se empañaban con las esquirlas del barro cuando, por fin, todas las huellas estuvieron limpias y presentables, llegó el traslado al Museo. A ese nuevo Museo, a cuya inauguración asistieron autoridades políticas y universitarias. El mundo de la ciencia y de la cultura. Becarios y contratados. Profesores y sus equipos de trabajo. Todo el que tenía algo que ver con el tema. Todos... menos yo, que no fui invitado.
Yo, que tanto amor y tanta dedicación había puesto en mi trabajo y cuyo resultado se veía en las preciosas huellas que ahora relucirían en una sala especial, junto a la enorme figura del Tyranosaurus, para ser contempladas por niños y mayores.
Así que, entonces, decidí no ir nunca.
¿No me querían en la inauguración?
Bueno, podría soportarlo. Pero entonces nunca entraría en el museo.
Era una revancha estúpida, lo sé. Pero quizás era la única forma que tenía de mostrar ante mí mismo aquel rechazo.
Ellos me rechazaban a mí, pues yo los rechazaba a ellos.
Así, la promesa de no entrar nunca en el museo, me daba una especie de autoridad moral ante su desprecio.
Esa era la idea.
Y la mantuve durante muchos meses. De veras. Pero, al fin, la curiosidad pudo más que la promesa. Tenía unas ganas enormes de ver el resultado. El resultado de tantas horas de trabajo y dedicación. Quería ver el contexto en el que se mostraban “mis huellas”. Las que yo había limpiado y preparado. Mi obra anónima.
Y decidí ir un día de incógnito.
Me puse unas gafas de sol, una gorra de béisbol y un abrigo largo, y me introduje en el museo mezclado con un grupo de jubilados de la cuenca y una guardería de niños de Villaviciosa.
Me moví a la largo de las salas hasta que, ya de lejos, pude distinguir su enorme mole, como siempre rodeado de pequeños que lo miraban con sus ojillos asustados, casi sin poder hablar.
El fiero rostro de la fiera.
Su gigantesco tamaño.
El gesto airado del que, un día, fue el verdadero Rex de la creación.
Me acerqué casi sin fijarme en él, buscando las estanterías donde deberían estar sus huellas. Mis huellas. Nuestras huellas.
Y estaba ya bordeando su colosal estructura cuando, al llegar justo delante de él, oigo al niño alborozado gritar a su padre:
-¡Mira, papá, mira! ¡Se está riendo! ¡Se está riendo!
Me detuve frente a él y miré hacia arriba.
El que en cualquier otro momento debería haber sido el rostro terrible y amenazador del Tyranosaurus rex, ahora, mientras me miraba fijamente con sus cuencas vacías, mostraba una divertida sonrisa contemplando a aquel pequeño personajillo escondido tras unas gafas de sol, una gorra de béisbol y un abrigo dos tallas mayor, al que, con su olfato de gran cazador, acababa de reconocer.

FIN





¿Qué os ha parecido?

¿Con qué final hubieras acabado estos cuentos?

Algo que ver...

Chic@s, aquí os dejamos algunas películas y series, para que después de leer tanto, podáis entreteneros un rato... Además, con ellas podréis adentraros en el mundo de estos fantásticos dinosaurios, y así poder conocerlos un poco mejor.


Estas dos películas, La isla de los dinosaurios y En busca del valle encantado, son algunas de las candidatas para poder pasar una tarde entretenida junto con tu familia, amigos, compañeros de clase,...
También os hemos querido añadir una serie, como es Dinosaurios, de Disney.


    La isla de los dinosaurios



En busca del valle perdido



Dinosaurios, la serie


¿Qué os ha parecido las películas y la serie? ¿Os ha gustado? 
¿Qué os ha llamado la atención de cada una de ellas? 
Haced un resumen, añadiendo tu opinión.

¿Conocéis otras películas que podáis compartir con vuestros compañeros?

10 Mitos sobre los Dinosaurios

¡Hola chic@s! Aquí os dejamos 10 mitos sobre nuestros sorprendentes dinosaurios.
Leerlos con mucha atención. ¡Son muy interesantes!

MITO 1

Los seres humanos vivieron junto a los dinosaurios.

Los dinosaurios y la gente sólo coexisten en los libros, películas y dibujos animados. Los últimos dinosaurios - que no sean aves - murieron dramáticamente hace aproximadamente 65 millones de años, mientras que los fósiles de nuestros primeros ancestros humanos datan sólo de aproximadamente 6 millones de años.


MITO 2

Los mamíferos evolucionaron sólo después de la muerte de los dinosaurios.

Los mamíferos minúsculos vivieron a la sombra de los dinosaurios por más de 150 millones de años, ocupando lugares ecológicos como animales pequeños y nocturnos que pesaban tan solo 2 gramos. Los antepasados de los mamíferos, animales llamados sinápsidos, aparecidos realmente antes que los dinosaurios. Los mamíferos seguían siendo relativamente pequeños hasta hace 65 millones de años, cuando la desaparición de los dinosaurios dejó lugar territorial para los mamíferos más grandes. La mayor parte de los tipos de mamíferos que conocemos hoy se han desarrollado después de esa época.



Mito 3

Los dinosaurios murieron porque los mamíferos se comían sus huevos.

Los dinosaurios convivieron con los mamíferos por más de 150 millones de años. Aunque, sin duda, los nidos de dinosaurios fueron vulnerables, los más peligrosos depredadores probablemente fueron los dinosaurios más pequeños. La mayoría de los mamíferos de la época eran probablemente demasiado pequeños para comer los huevos de los grandes dinosaurios.


Mito 4

Un solo impacto de asteroide mató a los dinosaurios.

Una capa de roca, rica en iridio, marca el impacto, de hace 65 millones de años, de un asteroide de 10 km en aguas que cubren lo que hoy es la península de Yucatán en México, impacto que forman los 180 kilómetros de ancho del cráter de Chicxulub. No hay evidencia convincente de que cualquier dinosaurio no-aviar sobreviviera a las consecuencias del impacto. Con todo, aun no estamos totalmente seguros de cómo murieron los dinosaurios. El impacto en sí sólo podría haber matado a los dinosaurios en las inmediaciones del cráter. Sin embargo, también pueden haberse producido devastadoras secuelas incluidos los tsunamis gigantes, lluvia que pudo haber sido tan ácida como el ácido de batería, y las nubes de polvo que oscurece y se enfría el mundo durante meses o incluso décadas.


MITO 5

Los dinosaurios murieron porque no tuvieron éxito en términos evolutivos.
Los dinosaurios sobrevivieron por más de 150 millones de años, así que no pueden ser considerados fracasados. Los homínidos han vivido por solamente 6 millones de años, y los homo sapiens datan de no más de 200.000 años. Los dinosaurios compitieron con otros animales de su era, pero perdieron la batalla para sobrevivir por los efectos del impacto de asteroides.


MITO 6

Todos los dinosaurios murieron hace 65 millones de años.

Las aves evolucionaron hace unos 150 millones de años atrás. La mayoría de los expertos creen que se desarrollaron de los pequeños dinosaurios rapaces, que los clasificarían como dinosaurios según métodos modernos de agrupar animales. Estos dinosaurios aviares sufrieron probablemente algunas pérdidas después del impacto asteroide, pero pronto se recuperaron.


MITO 7

Los dinosaurios eran animales lentos e inactivos.

En un principio los paleontólogos pensaban que los dinosaurios debían haber sido lentos y débiles por lo que perdieron en la carrera evolutiva con las aves y mamíferos. Estudios modernos no hallaron ninguna señal de que estuviesen rezagados, arrastrando perezosamente su cola detrás de ellos. La mayoría de los dinosaurios eran probablemente tan ágiles como los grandes mamíferos modernos. Como leones, los dinosaurios carnívoros eran los depredadores más activos que probablemente se establecían y descansaban después de comerse a su presa.


MITO 8

Todos los grandes reptiles de la tierra en tiempos prehistóricos eran dinosaurios.
Los reptiles terrestres alcanzaron 5 metros de longitud antes de que los primeros dinosaurios se desarrollaran hace 230 millones de años. Algunos - por ejemplo el Dimetrodon, que prosperó en Norteamérica durante el período pérmico (hace 290 a 240 millones de años) - fueron relacionados con los dinosaurios, pero no eran dinosaurios verdaderos.


MITO 9

Los reptiles marinos - por ejemplo, los plesiosauros y los ictiosaurios - eran dinosaurios.

Varios tipos de reptiles marinos se desarrollaron durante la era de los dinosaurios, pero todos los dinosaurios reales eran animales terrestres. Los cocodrilos marinos, como otros cocodrilos, estaban estrechamente relacionados a los dinosaurios, así que eran grandes reptiles marinos ya extintos los llamados plesiosauros, pliosauros, mosasauros e ictiosaurios.


MITO 10

Los reptiles voladores eran dinosaurios.
Los reptiles voladores, llamados pterosaurios, aparecieron por primera vez justo después de los dinosaurios, y luego murieron en el mismo tiempo que los dinosaurios. El más grande fue del tamaño de un pequeño aeroplano. Sin embargo, mientras que eran familiares cercanos, no eran dinosaurios verdaderos.




Bueno chic@s:

Antes de todo y antes de haceros más preguntas, ¿sabéis lo que es un mito?. Si no lo sabéis, intentar averiguarlo y en clase lo debatimos.

¿Qué os han parecido estos mitos?

¿Podéis aportar algunos mitos más?

De estos mitos, ¿pensabais o creíais que eran verdad?

Reflexionar todo lo que habéis leído y en clase discutiremos estas preguntas y todas las que os surjan.






















domingo, 10 de abril de 2011

Un dinosaurio pescador con cráneo de cocodrilo


Un dinosaurio carnívoro descubierto en Inglaterra en 1983 resulta de lo más extraño, su cráneo parece en parte el de un cocodrilo y lo más raro es que habría comido más pescado que otro tipo de carne.
Este dinosaurio fue descubierto en 1983 en Inglaterra y ha sido apodado Baryonyx walkeri, en honor al coleccionista amateur William Walker que fue quien lo encontró. En vida debió tener unos 10 metros de largo y caminó por la tierra en dos patas durante el creáceo, hace unos 125 millones de años.



Baryonyx walkeri


Luego de años de estudios los paleontólogos pueden conocerlo mejor, y piensan que se trataba de un fiero predador, ya que tenía unas garras de 36 cm. Pero creen que esas largas garras podrían haber sido utilizadas en realidad para atrapar pescados del agua, más que para atacar a alguna presa en tierra. Más o menos como lo hacen hoy en día los osos, sólo que con garras mucho más largas, por lo que habría sido más eficiente que los osos actuales.
Algo que también aboga por la teoría del dinosaurio pescador, es que el Baryonyx no tiene dientes aserrados como la mayoría de los terópodos como el T. Rex, sino que su larga mandíbula tenía pequeños y puntiagudos dientes, más parecidos a los de un cocodrilo.
O sea que el Baryonyx “lucía en parte dinosaurio y en parte cocodrilo, así que queremos establecer a cuál se parecía más, estructuralmente y funcionalmente”, dijo Emily Rayfield, paleontólogo de la Universidad de Bristol en Inglaterra.
Luego de estudios de rayos x, los paleontólogos vieron que mientras el Baryonyx comía, su cráneo se movía y doblaba de la misma forma que el gharial, un cocodrilo hindú.
Así que los paleontólogos concluyen que el cráneo de este dinosaurio es muy parecido al de un cocodrilo en ciertos aspectos, mientras que el cuerpo es el de un terópodo.
Por todo el formato de su cuerpo, los científicos creen que el Baryonyx se debe haber alimentado predominantemente de pescado, aunque en ocasiones eligiese otras presas. Pero para confirmarlo los paleontólogos pudieron contar con el interior digerido del estómago de este dinosaurio, donde pudieron encontrar dientes y partes de pescado y los restos de un iguanodón.

Fuentes:  LiveScience
                El estudio de los dinosaurios



En esta entrada os hemos dejado una de tantas interesantes noticias sobre los dinosaurios. ¡Pero ahora os toca a vosotros comentad que os ha parecido!

  • ¿Qué pensáis si os digo que unos parientes de los cocodrilos actuales estuvieron junto con estos mismos dinosaurios de los que tanto comentamos?
  • ¿Podríamos decir entonces que muchos de los animales que hoy en día conocemos estuvieron con los dinosaurios? Podríamos poner por ejemplo a las tortugas, serpientes, lagartos,...


¿Qué opináis sobre todo esto?


 VUESTRO TURNO... 
Buscad más noticias que os llamen la atención sobre los dinosaurios, que se hayan publicado en revistas, libros, páginas webs,..., y comentad luego con tus compañeros todas estas curiosidades. Para ello, os hemos incluido ejemplos de páginas web por donde podéis empezar a buscar... ¡Pero no os conforméis con esto, y sed más curiosos!


               Duiops.net

Cuestión de tamaños...


Dinosaurio vs. Elefante

Los animales terrestres más grandes que conocemos en la actualidad, los elefantes, llegan a pesar cinco toneladas; una insignificancia si lo comparamos con el peso estimado del Ultrasauros: el equivalente a 22 elefantes.





Tamaños del hombre, mamut, y elefante.






¡AHORA TÚ!
Encuentra más datos sorprendentes que te llamen la atención y los puedas compartir con todos tus compañeros.

¡Haber quién nos impresiona más!

sábado, 9 de abril de 2011

Una bonita historia...

Aquí os dejamos la primera y no la última historia sobre nuestros adorables dinosaurios.
Leerla y en clase la comentaremos todos juntos.




En el cráter de un antiguo volcán, situado en lo alto del único monte de una región perdida en las selvas tropicales, habitaba el último grupo de grandes dinosaurios feroces. Durante miles y miles de años, sobrevivieron a los cambios de la tierra y ahora, liderados por el gran Ferocitaurus, planeaban salir de su escondite para volver a dominarla.
Ferocitaurus era un temible tiranosaurus rex, que había decidido que llevaban demasiado tiempo aislados, así que durante algunos años se unieron para trabajar y derribar las paredes del gran cráter. Cuando lo consiguieron, todos prepararon cuidadosamente sus garras y sus dientes para volver a atemorizar al mundo.
Al abandonar su escondite de miles de años, todo les resultaba nuevo, muy distinto a lo que se habían acostumbrado en el cráter, pero siguieron con paso firme durante días. Por fin, desde lo alto de unas montañas vieron un pequeño pueblo, con sus casas y sus habitantes, que parecían pequeños puntitos. Sin haber visto antes a ningún humano, se lanzaron feroces montaña abajo, dispuestos a arrasar con lo que se encontraran...
Pero según se acercaron al pueblecito, las casas se fueron haciendo más y más grandes, y más y más.... y cuando las alcanzaron, resultó que eran muchísimo más grandes que los propios dinosaurios, y un niño que pasaba por allí dijo: "¡papá, papá, he encontrado unos dinosaurios en miniatura! ¿puedo quedármelos?".
Así las cosas, el temible Ferocitaurus y sus amigos terminaron siendo las mascotas de los niños del pueblo, y al comprobar que millones de años de evolución en el cráter habían convertido a su especie en dinosaurios enanos, aprendieron que nada dura para siempre, y que siempre hay que estar dispuesto a adaptarse. Y eso sí, todos demostraron ser unas excelentes y divertidas mascotas.

¿ Qué os ha parecido ?
¿ Sabéis cuál es la finalidad de esta historia ?
Comentad.
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